La primera vez que viajé en avión tenía seis años. Recuerdo que ya desde antes de ese primer despegue yo quería saber más sobre los aviones: estaba convencida de que volar en avión era lo máximo. :)
Desde aquel primer vuelo tuve la dicha de viajar en avión muchas otras veces, a múltiples destinos.Y de esas experiencias aprendí muchas cosas que son válidas para los viajes y la vida en general. De esas lecciones, hoy rescato tres.
1. Lo primero que quiero mencionar es que en dos, no una, dos oportunidades, perdí el vuelo.
Una vez llegué tarde al aeropuerto. Mea culpa: salí con el tiempo muy justo. No tenía idea de qué tan lejos quedaba el aeropuerto y el tráfico me jugó una muy mala pasada. Otra vez tenía que hacer combinación en Santiago de Chile y mi primer vuelo salió tarde.
Y ambas veces comprobé que si vos no estás, no importa, el avión se va igual. Entonces, la primera lección fue: la puntualidad, importa.
2. Uno carga con el abrigo, la cartera, la valija pequeña con las cosas valiosas y la grande llena de kilos y kilos de cosas que quizá no use en todo el viaje. Luego abona excesos de equipaje; se pelea con la empleada de la aerolínea para que no le despachen el bolsito de mano en la bodega, aunque, sí, pesa 13 kg cuando el máximo es de 8kg... Luego en el destino uno pierde minutos preciosos esperando la valija junto a la cinta (si es que llega de vuelta a nosotros...).
Bueno, ahí es donde uno se niega a ver que los viajeros frecuentes suben al avión con una valija de mano pequeña y se ahorran infinidad de molestias. Siempre es mejor viajar liviano.
3. Finalmente, llego a la lección más valiosa. Si prestás atención a las instrucciones para casos de emergencia, la regla es asegurar la máscara de oxígeno que le corresponde a uno mismo antes de hacer nada más. Incluso si viajás con niños pequeños, dice la guía que lo más urgente es ponerte vos la mascarilla. Porque, claro, si perdés la conciencia después no vas a poder ni salvarte ni ayudar a nadie más...
Como dice el viejo dicho, la caridad empieza por casa. Hay que ayudarse a uno mismo antes de ayudar a los demás.
¿Qué cosas valiosas para la vida te han enseñado los viajes?
Les deseo muchos y muy lindos vuelos. Y mejores aterrizajes. ;)
Puesta de sol, en Aeropuerto Arturo Merino Benítez (SCL) |
1. Lo primero que quiero mencionar es que en dos, no una, dos oportunidades, perdí el vuelo.
Una vez llegué tarde al aeropuerto. Mea culpa: salí con el tiempo muy justo. No tenía idea de qué tan lejos quedaba el aeropuerto y el tráfico me jugó una muy mala pasada. Otra vez tenía que hacer combinación en Santiago de Chile y mi primer vuelo salió tarde.
Y ambas veces comprobé que si vos no estás, no importa, el avión se va igual. Entonces, la primera lección fue: la puntualidad, importa.
2. Uno carga con el abrigo, la cartera, la valija pequeña con las cosas valiosas y la grande llena de kilos y kilos de cosas que quizá no use en todo el viaje. Luego abona excesos de equipaje; se pelea con la empleada de la aerolínea para que no le despachen el bolsito de mano en la bodega, aunque, sí, pesa 13 kg cuando el máximo es de 8kg... Luego en el destino uno pierde minutos preciosos esperando la valija junto a la cinta (si es que llega de vuelta a nosotros...).
Bueno, ahí es donde uno se niega a ver que los viajeros frecuentes suben al avión con una valija de mano pequeña y se ahorran infinidad de molestias. Siempre es mejor viajar liviano.
3. Finalmente, llego a la lección más valiosa. Si prestás atención a las instrucciones para casos de emergencia, la regla es asegurar la máscara de oxígeno que le corresponde a uno mismo antes de hacer nada más. Incluso si viajás con niños pequeños, dice la guía que lo más urgente es ponerte vos la mascarilla. Porque, claro, si perdés la conciencia después no vas a poder ni salvarte ni ayudar a nadie más...
Como dice el viejo dicho, la caridad empieza por casa. Hay que ayudarse a uno mismo antes de ayudar a los demás.
¿Qué cosas valiosas para la vida te han enseñado los viajes?
Les deseo muchos y muy lindos vuelos. Y mejores aterrizajes. ;)